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La muerte de Soleimani: tensión máxima entre EE.UU. e Irán4 minutos de lectura

por Pablo Andrés Gutiérrez
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El pasado 3 de enero, Estados Unidos lanzó un ataque con dron con el objetivo de matar a Soleimani, jefe de las fuerzas especiales Quds. El asesinato de uno de los principales hombres del régimen iraní fue contestado con un ataque con misiles a las bases americanas en Irak el día miércoles 8 que finalizo sin ningún fallecido.

Pero, ¿quién era Soleimani?

Qassem Soleimani era el líder de las brigadas Quds, las unidades exteriores de la Guardia Revolucionaria Islámica creadas en 1979 para defender los valores de la revolución iraní. Llevaba en el puesto desde 1998 y bajo su mandato estas brigadas ayudaron a Hezbolla en su lucha contra Israel, organizó la estrategia de Irán en su lucha contra los talibanes de Afganistán y fue el encargado de combatir al ISIS en Siria e Irak.

Pese a que normalmente permanecía con un perfil bajo, de hecho la revista New Yorker le realizo un perfil en el que tardaron 4 años y donde le apodan el comandante en las sombras. En los últimos años comenzó a salir en público de manera más habitual, mostrando su presencia en el terreno en la lucha contra el ISIS.

¿Cómo se ha llegado a esta situación?

Las relaciones entre Estados Unidos e Irán tienen como punto de inflexión el año 1979, cuando se produce la revolución islámica y el ayatola Jomeini llega al poder deponiendo al Sha Reza Pahleví que había llegado al poder gracias al apoyo de EEUU y Reino Unido.

A la llegada al poder de un gobierno contrario a los intereses de Washington en plena Guerra Fría se suma el secuestro de 52 estadounidenses tras el asalto a la embajada americana en Teherán. Algo que dinamitaría las relaciones y acabaría con la posibilidad de un segundo mandato de la Administración Carter (1977-1981).

Hasta el fin de la Guerra Fría las siguientes administraciones estadounidenses presionaron al régimen iraní económicamente, sin responder a provocaciones como la del atentado de las Torres Khobar, y buscando un interlocutor en la parte más moderada del régimen de los ayatolas.

Este interlocutor apareció en la figura de Khatami que aposto por una política exterior más moderada y de dialogo. Lo que llevo al presidente Clinton a intentar normalizar las relaciones, intento que se vio frustrado por la negativa del congreso estadounidense a reducir las sanciones al régimen iraní.

La llegada de George Bush, el atentado del 11 S y la clasificación de Irán como un rogue state acabó con la posibilidad de una cierta normalización de relaciones. A esto hay que sumar la llegada al poder en Irán de Mahmud Ahmadinejad , quien impulso el programa nuclear iraní hasta su parte más avanzada, y perteneciente a la parte más dura del régimen. No obstante, pese a la oposición enconada entre los dos gobiernos, eran colaboradores de facto en la guerra de Afganistán hasta que en 2003 la inteligencia Estadounidense alerto de cierta colaboración entre Irán y Al Qaeda.

La llegada de Obama a la Casa Blanca junto a la victoria de Rouhani, perteneciente a la parte moderada del régimen, creó el caldo de cultivo perfecto para el acercamiento. Tras meses de negociaciones en Ginebra y con el apoyo de la comunidad internacional se alcanzó el acuerdo JCPOA, que tenía como elemento central parar el programa nuclear iraní en su ámbito militar y dar el primer paso en la normalización de las relaciones de Irán con Estados Unidos y el resto del mundo.

Sin embargo, la llegada de Trump al poder con la salida del tratado JCPOA y una narrativa de enfrentamiento, sumado a la expansión de la influencia iraní en Oriente Medio gracias a las milicias y a la situación de inestabilidad en países como Siria o Irak han ido tensionando la situación, con choques como ataques a petroleros, o el derribo de un dron estadounidense.

Así, podemos enmarcar el ataque de Soleimani como una respuesta contundente Estados Unidos al comportamiento de Irán en la región. Confirmando que no permitirá la libre actuación de milicias proiraníes y que no está dispuesto a abandonar la región para que caiga en manos de Teherán.

La respuesta iraní la podemos enmarcar en la reducción de la tensión del momento, ya que la muerte de soldados estadounidenses posiblemente hubiese supuesto el inicio de un conflicto directo entre estos dos países. Algo a lo que Irán no está dispuesto a enfrentarse ya que amenazaría la existencia del propio régimen de los ayatolas.

Por lo tanto, ¿qué podemos esperar de esta situación?

Si bien, es una situación muy inestable en la que cualquier fallo de cálculo o malentendido puede provocar un resultado no deseado. Parece que Teherán seguirá utilizando a las milicias pro-iraníes para extender su influencia y responder a las acciones estadounidenses, de forma que se parapeta frente a un conflicto directo. Mientras que, Washington que parecía dispuesto a abandonar la zona, reforzara su presencia y su asertividad en la región, siendo menos tolerante con las incursiones pro-iraníes.

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