Inicio Entrevistas “Ni siquiera los grandes medios están dispuestos a mantener permanentemente a un corresponsal en zona de conflicto’’

“Ni siquiera los grandes medios están dispuestos a mantener permanentemente a un corresponsal en zona de conflicto’’9 minutos de lectura

por Equipo de Redacción
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Lluís Miquel Hurtado nació en Tarragona en el año 1986. Licenciado en Periodismo, renunció a un contrato fijo y cambió Madrid por Estambul para convertirse en freelance.
Medios nacionales como el Mundo, el Diario.es, Antena 3 y Cuatro han contado con su colaboración desde Oriente Medio. A día de hoy cubre Siria, el Líbano, Turquía e Irán.

Contacto con Lluís Miquel a través de WhatsApp. Le sigo en Twitter (@llmhurtado) como sigo a otros corresponsales porque la labor de estos periodistas, su sacrificio, su riesgo y su renuncia siempre me ha parecido admirable. Cuando Lluís Miquel me contesta, apenas tengo tiempo de preparar la conversación, no estoy en casa y sobre todo él, que se encuentra en Teherán, trata de buscar un local con buena conexión a Internet para poder hablar sin problemas.

 

¿Cómo es la vida laboral de un periodista freelance?

La curiosidad de este modelo, al que yo considero sumamente complicado, es que somos autónomos. No tenemos contrato con ningún periódico. Ni siquiera un medio de gran envergadura como el Mundo o el País está dispuesto a pagar una corresponsalía. Cuando vosotros salgáis de la facultad os encontraréis con el pastel. Hay medios como el Diario.es, aparentemente muy comprometidos con el periodismo, que tampoco invierten en tener una persona desplazada. Nadie quiere mantener realmente a los periodistas, y dicen que no pueden porque los presupuestos son insuficientes. Así es que nosotros como autónomos, proponemos desplazarnos a uno u otro país y si al medio le interesa lo que producimos, nos lo compra. Ese es el modelo.

 

En esas circunstancias tan precarias, ¿cómo transcurre el día a día de un corresponsal?

Es muy difícil. Si no trabajas no ganas dinero. Lo que gaste en los días en los que no estoy trabajando es dinero perdido. Es hacer un cálculo constante de las ganancias que obtienes y de tus gastos. Si eres autónomo como es mi caso y el de otros tantos compañeros, los viajes te los tienes que pagar tú, así como los transportes y los traductores. Son muchos gastos que te generan un estrés brutal. Por eso intento trabajar las 24/7 y por tanto voy siempre con el portátil a cuestas, con la grabadora y la libreta encima, y a la mínima que te salga la noticia te pones a trabajar.

 

¿Qué te da y qué te quita la vida profesional que llevas?

Me da satisfacción el trabajo bien hecho. Mi propia satisfacción, el orgullo de poder decir que estoy haciendo lo que me gusta y que estoy haciendo lo correcto dentro de mi vida. ¿Qué te quita? Te quita salud, destroza tu vida personal, tu vida económica, te obliga a renunciar a un coche, a una vida ordinaria, a una relación personal… Demasiadas cosas. Hay que tener mucha vocación para querer hacerlo de verdad.

 

¿Y todo eso te compensa?

Mi trabajo es como el de un camionero, como el de un médico o como el de un secretario. Es un trabajo más. Con el salario sería suficiente para sentirme satisfecho. El problema del salario del periodismo es que no lo es, es un trabajo terriblemente precario, donde la satisfacción que te podría dar un salario para llevar una vida digna, pagar una casa o un coche, no te la puede dar. Sin embargo, lo que me satisface es ver que algo que he escrito haya ayudado a alguien y que le haya podido cambiar la vida. A mí me pasó eso una vez. Escribí un reportaje para dos chicos sirios que ahora están viviendo en España gracias a ello. Eso lo considero satisfacción.

 

¿Te parece fundamental en la vida de cualquier periodista tomar contacto con la dura realidad de los conflictos?

Sí, por supuesto. No podemos caer en la falacia de creer que por tener acceso a Twitter estamos mejor informados que si nos movemos sobre el terreno. Son perspectivas distintas y yo discrepo muchísimo porque hay periodistas, que son referencias auténticas para mí, que dicen que cubren mejor la guerra por Twitter que sobre el terreno, y eso es mentira. El problema es que nos piden tanta rapidez para informar que lo que no sale más a cuenta es abrir Twitter y sacar de ahí la información, sin embargo, si se tiene en cuenta la calidad del producto, el que se obtiene sobre el terreno es infinitamente mejor. Y si conoces la lengua, las culturas y las zonas, va a ser mejor todavía.

 

¿Cuál ha sido el momento más duro que has vivido en los últimos tiempos?

Llevo cinco años cubriendo el desastre de la guerra en Siria y es inevitable que anímicamente te deje por los suelos, destrozado. La mayoría de mis colegas viven tranquilamente en Madrid o en Barcelona y aparecen en zonas de guerra una o dos semanas para hacer una cobertura de guerra y después se van. Los que tenemos que vivir nuestro día a día tan de cerca, hace que acumulemos mucha tensión. He sufrido en muchos momentos, uno especialmente duro fue el asesinato de dos opositoras al régimen sirio. Eran muy amigas mías y aunque en un principio se habló de una conspiración del gobierno contra ellas, al final se supo que fue un familiar suyo.

 

¿Crees que en el mundo occidental somos conscientes del sufrimiento de los seres humanos que a veces nos resultan tan ajenos?

No, no nos interesa. El ser humano es un ser egoísta. Me di cuenta de ese contraste cuando estuve en Turquía cubriendo el conflicto kurdo y a la semana siguiente estaba paseando por Madrid. Tú no puedes ir diciéndole a la gente que has visto morir a unos niños porque desgraciadamente les resulta indiferente. La gente no quiere saber eso porque no le interesa. La información internacional desgraciadamente es un nicho, te tiene que apetecer mucho el sufrimiento ajeno para ponerte a leer una sección internacional, porque no nos interesa saber lo que ocurre en Siria o en Iraq, sino lo que ocurre cerca. Mientras el conflicto esté lejos, a ti te da igual. Me encantaría que fuera diferente, pero es así.

 

¿Crees que existe una solución efectiva para acabar con el terrorismo yihadista?

A mí lo que me interesa como periodista es ahondar en las razones del terrorismo, desde el origen de la radicalización. Si hablamos del Estado Islámico, a mí lo que me interesa es explicar las razones por las que existe. Cuando Estados Unidos necesitó combatir a la URSS en Afganistán en los 80, se fue a Siria para captar gente bajo el nombre de muyahidines para luchar contra los soviéticos. De ahí proceden muchos de los que se consideraron en su día combatientes para libertad y que hoy son terroristas. Por eso la palabra terrorista no me gusta, porque está muy imbricada en un espacio y tiempo concreto. El problema del terrorismo es inherente a los conflictos, mientras los haya, va a seguir existiendo. Si nos referimos a la amenaza yihadista, es útil para una serie de países como Qatar, Estados Unidos o Arabia Saudí. Son países que han utilizado el yihadismo para su propio beneficio político. Eso va a seguir existiendo porque siempre va a ver un país que aproveche el terrorismo según sus intereses. Hoy en día es el terrorismo yihadista, hace 40 años el terrorismo comunista y en 50 años será otro diferente, otro conflicto con otro tipo de terrorismo.

 

¿Crees que las redes sociales tienen la responsabilidad de no haber podido bloquear el las cuentas de ISIS en Internet?

Si los Estados adoptasen la responsabilidad de evitar los procesos de radicalización en sus casas, de educar a la población y de integrar a los inmigrantes, estas estrategias en las redes sociales serían mucho menos efectivas. No es sorprendente que los terroristas más locos y radicales del Estado Islámico se encuentren en Europa, porque es un lugar donde hay una crisis enorme de valores y dónde están completamente marginados. Europa no se ha preocupado en crear un islam europeo, en promover una religión islámica libre del discurso de odio que muchas corrientes promueven, como los wahabitas. Si todo eso se evitara, no tendríamos probablemente el problema de tener que censurar en la Red. Yo soy periodista y estoy a favor de que las ideas fluyan libremente, sin embargo, es responsabilidad de los gobiernos evitar que las ideas de odio circulen y se propaguen por la población.

 

Desde fuera, ¿cómo ves la situación que tenemos ahora en España con el conflicto de Cataluña?

Es un show ridículo. La gente no ha tenido conocimiento, y no deberíamos ir creyéndonos que por ser catalanes o españoles, o como nos queramos llamar, estamos a salvo de la tontería que lleva muchas de las veces a conflictos armados. Dudo mucho que España entre en un conflicto armado, no hay acceso a armas como lo hay en países como Siria o Irak, y porque simplemente no hay países interesados en destruirla. La tontería y mamarrachez, desatar pasiones interesadas, no nos distingue en nada de lo que llevó a la guerra en Yugoslavia. No podemos permitir que por el egoísmo de unos, Europa entera se tenga que derribar.

 

Estando en Irán, tendrás seguro una opinión muy acertada de la decisión de Trump de no certificar el acuerdo suscrito en la etapa de Obama por Estados Unidos y otros países con el régimen de Hasán Rouhaní. ¿Crees que si no se certifica este acuerdo, la situación de Irán con Occidente puede empeorar?

Claro. Cuanta más hostilidad inviertes, más hostilidad se genera. Irán está cumpliendo al pie de la letra el pacto nuclear, pero a los Estados Unidos de Trump le interesa seguir interviniendo en el país, por eso no quieren que funcione. Todo depende de la posición de la Unión Europea, hasta ahora está siendo muy favorable a mantener el acuerdo, lo está apoyando.

 

Lluís Miquel es profundamente pesimista sobre el futuro de los periodistas. Cree que la crisis de los medios de comunicación va a recortar muchísimo las plantillas, los salarios así como un férreo control sobre la información. Aun así, a pesar de todo esto, él confiesa que ni quiere ni sabe ser otra cosa más que un periodista. Esa ha sido su elección.

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