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Redimirnos de nuestra culpa4 minutos de lectura

por Javier Quevedo
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Alemania se está preparando para unas nuevas elecciones en las que la actual Canciller tiene todas las de ganar y en las que, tras la reciente acogida de refugiados en el país germano, la preocupación de los alemanes por el número de asilados que se han afincado en el país marca la actualidad de los debates entre los candidatos. La mayor parte de la opinión pública no muestra mucha simpatía por seguir acogiendo a refugiados, lo que está cambiando completamente la política migratoria de la Canciller y, por consecuencia, aquélla de la Unión Europea.

Las soluciones que se encontraron el verano pasado fueron tanto la de reducir el número de países desde los que se aceptaría a refugiados  -ya solo se incluyen Siria, Iraq, Somalia, Eritrea y Afganistán- como la de mantener a dichos refugiados en Turquía y gestionar desde allí su solicitud de asilo. La idea de por sí no es descabellada, el problema es que el número de demandas de asilo supera enormemente al que se puede gestionar desde Turquía, con lo cual los refugiados siguen intentando cruzar el Mar Egeo por sus propios medios y a través de traficantes ilegales. Para evitar esta situación, la UE decidió también que los demandantes de asilo debían permanecer en el país europeo donde primero presentaran su solicitud, véase Grecia. Al verse obligados a permanecer en Grecia o en Turquía durante largos periodos de tiempo antes de poder asentarse en un lugar con plenos derechos, muchos de ellos han decidido ir en busca de la segunda ruta de entrada en Europa que, aunque más lejana y peligrosa, les permite asentarse en un país europeo más próspero. Y por ello el foco de atención este año se ha dirigido hacia un país africano en guerra: Libia.

Sí, aunque los políticos europeos se olviden de mencionarlo, Libia es un país en guerra sin un gobierno establecido que lleva casi 6 años en guerra. Podría incluso considerarse un Estado fallido si no fuera porque ahora es del interés de la Unión Europea que Libia sea un territorio como cualquier otro, ya que su intención es que los refugiados permanezcan en campos en Libia y se les impida realizar el viaje a Europa. Para ello se están estableciendo conversaciones y acuerdos con una de las facciones que luchan en Libia para que se ocupe de los refugiados y evite que las mafias fleten barcos que los llevan a Italia. Es decir, la UE está tratando con una de las partes de un conflicto bélico en Libia y, mientras éstos están en guerra, Bruselas les está pidiendo que se ocupen de miles de refugiados que están llegando a una parte de lo que antes era Libia y que ahora tienen bajo su control. A esto hay que añadir que los inmigrantes subsaharianos están acudiendo en masa a probar suerte en esta ruta transmediterránea ahora que su tradicional camino a través del Estrecho de Gibraltar está fuertemente controlado.

Resulta complicado aceptar que la UE tenga pensado mantener a los refugiados en territorio libio – es decir, en un territorio en guerra – cuando precisamente la razón por la que se encuentran allí es porque vienen huyendo de otra guerra. Resulta inverosímil que la política de Europa se focalice en mantener fuera de su territorio cualquier responsabilidad que pueda resultar demasiado engorrosa, demasiado impopular. No debemos olvidar que los refugiados son personas que se han visto obligadas a dejar sus casas por riesgo a perder la vida y que para ello se ven obligados a lo largo del viaje a desembolsar ingentes cantidades de dinero que ni siquiera mitigan el enorme riesgo que supone el intentar llegar a Europa. Mientras países menos desarrollados como Líbano o Jordania han aceptado refugiados sirios hasta que éstos han supuesto un 30%  de su población –sin contar los refugiados que ya había previamente por la ocupación de Palestina-, en Europa no nos atrevemos a acercarnos al 1%.

Alemania se prepara para votar este mes a su Canciller después de un marcado giro conservador en sus políticas de asilo. Los alemanes, tras su inicial solidaridad, se muestran ahora reticentes a que los refugiados sigan siendo acogidos y las agresiones a inmigrantes han aumentado un 200% este año en el país. La UE, siguiendo la directriz, se dispone a mantener a los refugiados fuera de nuestro territorio para hacer honor al dicho popular “ojos que no ven, corazón que no siente” e ignorando así el aumento de las muertes en el Mediterráneo. Sin embargo, aunque se cierren finalmente las puertas del continente, podemos contentarnos con el hecho de que Merkel podrá así renovar fácilmente su liderazgo en Alemania este año por cuarta vez consecutiva, manteniéndose como la Führer indiscutible de Europa.

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