Ya ha comenzado el debate de la moción de censura presentada por el grupo parlamentario VOX contra el gobierno, defendida por don Santiago Abascal, que pretende establecer como nuevo presidente del gobierno a un viejo conocido de la política española, don Ramón Tamames, cuya trayectoria, desde el PCE a VOX bien merece también unas líneas. A pesar de que últimamente es noticia, el instrumento de la moción de censura lleva entre nosotros toda la vida y se han presentado varias a lo largo de la democracia.
La moción de censura se regula en el artículo 113.1 de la Constitución, y se describe como un instrumento con el fin de exigir la responsabilidad política del Gobierno (art. 113.1 CE), además de establecer plazos y cuotas para su presentación. Al igual que otros muchos puntos de la Constitución, peca de la ambigüedad de aquel que quiere agradar a todos y este argumento ha sido utilizado en bastantes ocasiones – con escaso éxito – con el fin de desalojar a rivales políticos de la bancada azul del Congreso de los Diputados. Hoy veremos la primera de ellas.
En 1980, con una democracia recién estrenada, el PSOE presentó la primera moción de censura de nuestra historia contra el Gobierno de UCD, de don Adolfo Suárez. Defendida por don Alfonso Guerra, presentando como candidato a don Felipe González y siendo presidente de la Cámara don Landelino Lavilla, se llevó a cabo durante los días 28, 29 y 30 de mayo de 1980[1]. Como argumentos en contra del Gobierno se presentaban las disputas territoriales sobre la construcción de las Comunidades Autónomas (véanse los casos de Almería, Segovia, Guadalajara o León), la grave crisis económica y, especialmente, el incumplimiento de las promesas respecto a la transparencia democrática que hizo Suárez durante la campaña de las primeras elecciones generales.
El resultado se veía venir por parte de todos los grupos: Felipe González no logró la confianza de la Cámara y la moción de censura fracasó. A favor de esta votaron el PSOE y el PCE, con 121 y 23 diputados respectivamente, el Partido Andalucista, con 5, y parte del grupo mixto, que aportaron otros 3 votos. Los votos en contra quedaron monopolizados por UCD, con 166 escaños y las abstenciones o ausencias fueron el factor decisivo: se repartieron entre la AP de don Manuel Fraga, el PNV, Coalición Democrática y el medio gripo mixto restante. En definitiva, 152 síes contra 166 noes, que constaron la victoria, pírrica y en el corto plazo, del partido oficialista y don Adolfo Suárez.[2]
A corto plazo puesto que en enero de 1981 el señor Suárez dimitió por sorpresa. Aunque no se saben las causas ciertas de su decisión, lo cierto es que, cumplido el objetivo de la UCD de ejercer como partido de extremo centro hasta la firma de la Constitución, el partido se deshilachaba internamente por cuestiones meramente políticas. Además, los debates sobre las autonomías y la crisis minaban por momentos la popularidad del presidente. Si bien también es cierto que el fallido golpe de Estado eclipsó en buena medida la dimisión del señor Suárez, no dejó de ser un auténtico terremoto en la vida política.
Tras la efímera presidencia de don Leopoldo Calvo-Sotelo como reemplazo del señor Suárez, en las elecciones generales de 1982 el PSOE arrasó, logrando 202 diputados en unos comicios con una participación de récord[3]. Con dos años de retraso respecto a una moción que fracasó por 15 votos, el señor González logró llegar a la Moncloa, logrando su objetivo final y ganando la guerra a pesar de haber perdido una batalla decisiva.
[1] Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, con fecha del 28 de mayo de 1980.
[2] Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, con fecha del 30 de mayo de 1980.
[3] Datos de la Junta Electoral Central, perteneciente al Ministerio de Interior. Recuperado de: http://www.juntaelectoralcentral.es/cs/jec/documentos/GENERALES_1982_ResultadosCongreso.pdf
