El verano siempre viene condicionado por el invierno. En mi caso, mi invierno estuvo lleno de magia y de magos, por lo que el verano me está llenando de trucos. Días como hoy, me viene a la cabeza una pregunta, ¿quiénes son los realmente libres?, ¿la libertad se mide en grados de cordura? ¿o de locura?
Quizá los únicos libres son todos los que alguna vez fueron llamados locos. Debe ser horrible no haberse sentido nunca identificado con este adjetivo. Considero que todos los locos, son locos, porque algún día se cansaron de ser cuerdos. Y se cansaron de los despertadores, del ruido de los atascos, del olor de los autobuses y de los formalismos. ¿No les hace eso libres?
Deshacerte de tu nombre, de tus apellidos, de tu edad, de documentos donde con palabras banales se aportaron un día datos que hoy ya no te representan… ¿no es así como se siente uno verdaderamente libre? ¿No es asi como uno se vuelve dueño de su propia vida y de su propio ser?
Me viene a la cabeza un fragmento de un libro que he releido este verano:
“…Incluso en la misma vida ordinaria resulta intolerable gritar a casi todo el mundo ante una acción libre, noble, inesperada: “¡Ese hombre está borracho, es un loco!¡Avergonzaos vosotros los sobrios!¡Avergonzaos vosotros los sabios!…”
Es maravilloso ser tonto, loco, demente, perturbado…imprudente… alienado…chalado… ¡chiflado!… ¡lunático!…¡ido!… ¡MAJARETA!