El pasado mes de octubre se celebró la 70º entrega del premio Planeta. Esta vez dotado con un millón de euros (ojo, que ni el Nobel de Literatura llega a esa cuantía).
Grandes personalidades del mundo del arte y la cultura (y otros arrimados), se reunieron en Barcelona para conocer al ganador y finalista de este importante galardón literario.
Se cumplieron todas las predicciones. Carmen Mola ha sido la afortunada. Una misteriosa superventas disfrazada de profesora madrileña aficionada a la escritura que ha mantenido el pseudónimo en todas sus entregas.
La autora de La novia gitana, La red púrpura y La Nena se alzaba con el codiciado premio con su nueva novela, La bestia.
Pero ha conseguido también que hasta los que no son aficionados a la lectura hayan comentado en el café del desayuno, en el descanso en el trabajo, o en el trayecto en metro el hecho de que tres tiarrones subieran al estrado a recoger el jugoso millón de euros.
Sí, resulta que detrás de Carmen Mola se escondían tres escritores varones y para nada noveles. Los tres ya tienen a sus espaldas algunas novelas y famosos guiones para televisión. La polémica está servida.
Las hay que, enarbolando la bandera del feminismo, han saltado a la yugular de los premiados reprochándoles que hayan usado el modus operandi que por fuerza tuvieron que usar muchas escritoras para ser leídas en aquellos tiempos en los que a las mujeres no se les permitía escribir más allá de recetas o cartas de amor.
Cuando Carmen Mola era aún un misterioso pseudónimo hubo algunas, como mi admirada Rosa Montero, que ya lo dijeron en su momento: es un tío. Muchas como ella, han cuestionado el perfil de la protagonista, la inspectora Elena Blanco, alegando que los hombres no saben escribir personajes femeninos con personalidades complicadas.
No recuerdo que nadie alzara tanto la voz cuando Antonio Gala lo hiciera hace algunos años en La pasión turca o más recientemente con la enigmática Antonia Scott creada en Reina Roja de la mente de Juan Gómez Jurado.
En mi opinión, nos hemos desviado de lo que trata todo este asunto. De libros. Y es indiscutible que Carmen Mola engancha. Y mucho. Recuerdo que tardé una semana en leerme cada libro. A pesar de que es cierto que el carácter de Elena Blanco a veces me sacaba de quicio, he de reconocer que los tres libros me han mantenido totalmente enganchada.
Creo que lo aquí escuece no trata de hombres o mujeres, sino de la más que perfecta estrategia de marketing que se ha marcado Planeta con este asunto. Planeta que ya prepara una serie para Atresmedia (propiedad del gigante grupo editorial), basada en La novia gitana. Planeta que ha «robado» a su competencia, Penguin Random House, una de sus revelaciones. Planeta que, a mi parecer, se ha convertido en la verdadera Bestia de esta historia.