Quererte es mi mayor obra maestra.
Quererte es mirarte cada día y saber que me enamoraría de ti las veces que hiciera falta.
Quererte en Madrid. En la luna. Bajo el cielo o hasta en el infierno. Me enfrentaría al mismísimo diablo por ti.
En tu nombre forjaría mi bandera y en tus ojos, viviría. Para siempre.
La mayor suerte de mi vida, aun cuando el mundo se vuelve ceniza, aun cuando la gente es de papel y se moja en su superficialidad, aun cuando Dios deja de creer en sí mismo, aun cuando Cronos gana la guerra… eres y serás tú.
Te digo todo esto, aunque solo sean palabras, antes de que te marches, como un seguro de vida. Como un argumento…
Y joder, claro que te amo. No te dejo escapar porque soy egoísta. Porque el amor es egoísta. Es un punto débil, es un punto que saca lo peor y mejor de nosotros, es capaz de dominar el mundo; o de destruirlo. Somos capaces de hacer las cosas más hermosas o las más terribles, siempre desde la grandeza del amor. Pero es un punto débil. Si nos falta eso que una vez se mencionó en una novela como enfermedad y cura, no somos nadie, más que cuerpos esperando la muerte.
¿Cómo no amar esos ojos que brillan más que cualquier amanecer una vez despiertan? ¿Cómo no voy a amar esa ridícula obsesión tuya por los pequeños detalles que acaban siendo un todo a grandes rasgos?
Ni tú eres tan bueno, ni yo soy tan malo, pero al tropezarnos, ambos conceptos perdieron credibilidad.
Disfrutamos de una forma distinta de amarnos y de estar juntos que pocos entienden, que nadie desea y que algunos envidian. Ese amor que no expresamos al mundo, porque no vivimos de apariencias, sino de experiencias.
Desconozco el final de esta historia. Probablemente con mi muerte y por consiguiente con la tuya. Me gusta el peligro, y vivo enfermo por ello. Y a ti te gusta cuidarme y ser mi cura.
No te enamoraste de mí por creer que podías cambiarme, o por mis escasas virtudes. Te enamoraste de mí porque de alguna forma, sabías que podías salvarme de mí mismo tantas veces fueran necesarias. Porque sabes lo adictivo que soy y que eres lo suficientemente fuerte para estar conmigo por placer y no por necesidad, que también.
Tienes motivos de sobra para alejarte. Vives con los siete capitales convertidos en un único demonio y no te convertirías a ninguna religión por dejar de amarme.
¿Cómo no voy amarte si rechazas el invierno de mi piel, con tal de tenerme cerca?
Siempre se dice que uno ama más que otro. Ese eres tú, porque sabes amar de verdad. Amas por encima de la bestia y de lo perjudicial. Amas por encima de la enfermedad aun peligrando tu salud. Amas por encima de la emoción o de la diversión. Amas por encima del gris de mi alma. Eres capaz de ver en mí la belleza de una ciudad en llamas y llamarla tuya. Y te ennoblece. Y estar contigo, hace de mí poco merecedor del mundo por el que muero en tus pupilas.