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Mucho acento y pocas nueces3 minutos de lectura

por Ana Sosa Bohórquez
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Hace unas semanas vi la película El verano que vivimos, una historia de amor protagonizada por Blanca Suárez y Javier Rey que recomiendo encarecidamente. Sobre todo por su banda sonora, obra de mi admirado Alejandro Sanz.

También hace unos días que empecé a ver la serie La templanza, inspirada en la novela de María Dueñas. Me encanta la actriz protagonista, Leonor Watling. También una historia muy recomendable en la que las casualidades del destino consiguen que la vida de los dos protagonistas acaben enlazadas por mil razones todas ellas descritas de una manera exquisita.

Lo que tienen en común La templanza y El verano que vivimos es que están ambientadas (la primera en parte y la segunda en su totalidad), en Jerez de la Frontera, una ciudad preciosa en la provincia de Cádiz. Ambas historias toman como escenario sus famosas bodegas y viñedos. Toda persona que haya visitado esta pequeña joya andaluza coincidirá conmigo en que lo primero que enamora de ella son sus calles, hasta que pruebas su gastronomía y, en especial, sus vinos. Ahí es cuando uno cae rendido a sus pies.

Me encanta que algo tan andaluz y tan mundialmente reconocido como son los vinos de Jerez sean destacados por el cine y la cultura en producciones tan buenas como estas dos.

Pero hay un pequeño detalle que hace que mis dientes chirríen. Me costó mucho ver a Blanca Suárez forzando un acento andaluz que poco se parece al que hablan en Cádiz. Me costó igualmente ver a la actriz catalana Carla Campra, que interpreta a Soledad en su juventud (Leonor la interpreta en su madurez hablando un inglés perfecto, por cierto); esforzándose al máximo para conseguir un acento del sur que haría llorar al mismísimo Martínez Ares. Mi pregunta es, ¿elegirían a María León, Belén Cuesta o a la internacional Paz Vega para interpretar, por ejemplo, a los personajes femeninos de la serie Patria? Creo que la respuesta es clara. Dichos papeles fueron perfectamente ejecutados por Elena Irureta y Susana Abaitua que, como el lector podrá intuir, hablan perfectamente con acento vasco pues lo llevan en la sangre.

Me hace pensar que otro gallo cantaría si alguno de los personajes de la historia fuera la típica y tópica señora de la limpieza con «age», como decimos en mi tierra. Pensaba que desde la entrañable Juani, en Médico de familia, habíamos conseguido mucho pero visto lo visto nos queda mucho aún por lo que luchar.

Creo que podemos estar muy orgullosos de la enorme riqueza cultural y especialmente lingüística de nuestro país. Es algo que debemos proteger y potenciar. Y flaco favor nos hace el hecho de escoger a una actriz gallega para hablar catalán o a una andaluza para hablar con acento valenciano, cuando contamos con grandes actrices procedentes de todos los puntos de la geografía española. Sinceramente pienso que es como tirar piedras en nuestro propio tejado y es una auténtica pena que la tierra que vio nacer a Lorca, Machado o Cernuda sea el tejado que más piedras tiene.

Ha tenido que volver del cielo la mismísima Lola Flores, nacida en Jerez casualmente, a decirnos que el acento es nuestro sello, que no lo perdamos nunca. Pero querida Lola, parece ser que después de tantos años siguen poniéndonoslo muy difícil.

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