El año 2018 ha comenzado de forma exacta y milimétrica en lunes. No obstante, el 1 de enero, suele ser la continuación resacosa o de extremo cansancio de los excesos del día anterior. Enfundarse en el olvidado equipo de deporte, reproducir una película en versión original o adquirir por fin una dieta saludable, son algunos de los propósitos que con la misma fuerza que llegan, se olvidan antes de febrero. Y eso sin contar que comenzamos los objetivos el día 2 de enero para hacer una leve pausa entre el 5 y 6, cabalgata y reyes incluidos. Y es que parece que por comenzar un objetivo al principio de un ciclo, en este caso el año, tenemos mayor facilidad para conseguirlo. Y es justamente todo lo contrario, pues la mayoría se sube al carro de las ofertas de gimnasio y los cursos de inglés motivados por la propia sociedad.
¿Quieres aprender un idioma? ¿Realizar una nueva actividad? ¿Visitar más a ese amigo al que apenas ves? ¿Perder una talla de pantalón? Puedes conseguirlo si ese es tu propósito, sin importar lo que piensen los demás, y si es enero, febrero o mayo. Lo único importante es que estés seguro de lo que quieres, conozcas los momentos en los que tu objetivo puede tambalearse y aprender a superarse.
Y como todo, para conseguir algo siempre hay que tener presente que el propósito sea REAL. No pretendamos ser bilingües en un mes o hacer bicicleta dos horas diarias sin tener agujetas. Hay que comenzar poco a poco, con cabeza y teniendo en cuenta que cada persona es distinta a la otra. Los tiempos y los resultados vienen determinados por la constancia, el empeño y el “no tirar nunca la toalla”. Pero existen otros condicionantes, la facilidad que tiene cada uno por aprender algo nuevo, la fisionomía y genética en los casos de pérdida de peso, y los condicionantes económicos para realizar esta u otras actividades.
Sea como fuere, propósitos o logros, que sean siempre bien recibidos y bien llevados. Feliz 2018 y que todos los deseos y metas, que deseemos conseguir, los llevemos a cabo.
