Celebramos el cuarto centenario del nacimiento de la Plaza Mayor y entre las muchas actividades propuestas destacan algunos eventos como la retransmisión de la ópera Luisa Fernanda o la propuesta literaria que agrupará a escritores de todas las edades. Un momento decisivo para los madrileños que han tenido que debatirse entre los diferentes proyectos para remodelar la conocida Plaza de España. Y entre tradiciones y reformas encontramos un lugar encantador, en el que se unen ambas cosas, el dulce más castizo de Madrid: las chatitas.
En honor a María Isabel de Borbón y Borbón, primogénita de la desaparecida reina Isabel II de España y dos veces Princesa de Asturias, nace este bocado minimalísta pero con la esencia del chocolate y las frutas. Aficionada a los toros, las verbenas y los paseos por el Madrid más antiguo, esta querida princesa, fue el único miembro de la Familia Real que no fue obligada a abandonar su país cuando se instauró la Segunda República en España.
Vivió entre la pomposidad del noble linaje y las tradiciones de las gentes corrientes que vieron en ella un referente para representar a su país fuera de las fronteras, como haría viajando a Argentina años después.
Viuda a la corta edad de 20 años pudo disfrutar de los encantos de una ciudad que la acogió como una hija más y que hoy da vida con su cargo monárquico a la famosa calle de ‘La Princesa’.
Gatuna y dicharachera, vestida con alegres ropajes, nariz respingona y sonrisa resplandeciente, saber estar en las ceremonias reales y libre de protocolos en sus paseos por el centro de Madrid. Plaza Mayor, Plaza de España y ‘La Chata’ aparecen en estos días como signos de una maravillosa tradición que no debemos olvidar, un linaje que recogemos y que queremos actualizar, pero que siempre formará parte de nuestro sello como país.