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De periódicos y carteles4 minutos de lectura

por Antonio Rivera
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Siempre resulta divertido arremeter contra grandes artistas. Es terreno bastante cenagoso, y se puede pecar de sacrílego, de listillo y un poco de todo. Pero cuando esas grandes figuras se lo merecen, la idea seduce aún más. Esto es, en cierto modo, lo que me ocurre con Steven Spielberg y su reciente Los archivos del Pentágono. El film del americano sobre la odisea del Washington Post para salvaguardar la libertad de prensa en los EEUU de los años 70 deja buen sabor de boca; cinta trepidante, emotiva y absorbente. A nadie, a estas alturas, le extraña que Spielberg haga cabriolas con los ritmos de sus piezas, y se las arregle para que no despegues los ojos de la pantalla en dos horas. Pero tampoco es la cosa para colmarla de elogios. Porque, entonces, se hace mucho más evidente quién hace lo que Spielberg mejor que Spielberg.

El mismo día (4 de marzo), en el mismo sitio (Dolby Theatre en Hollywood), coincidirán como nominadas a mejor película para los 90º Oscars Los archivos del Pentágono, una cinta que algunos tildan de excelente, y Tres anuncios en las afueras, otra cinta que sí lo es, que trasciende allí donde Spielberg apenas rasca la superficie, y que debe (o debería) provocar sudores fríos al viejo Steven. Martin McDonagh, autor de la segunda, escribe y dirige una obra estremecedora y contundente, pero también íntima y poética, que invita a contemplar el viaje de Mildred Hayes -madre de una joven violada y asesinada- a través de la amargura, la impotencia y el insoportable ruido del silencio de lo ausente. Tampoco vas a despegar los ojos de la pantalla; pero en otro sentido.

Donde Los archivos del pentágono es poco más que correcta, Tres anuncios sorprende como estilosa y sofisticada. Es un tema de dirección frente a guion. No es que McDonagh flojee en lo primero, ni mucho menos; pero el de su película es uno de los mejores libretos de este siglo. Encontrar una escena, intervención o línea que falte o sobre en esa cinta para contar la historia que cuenta es todo un desafío. Momentos como el de la tos en sangre arrasan con los arquetipos, añaden a los personajes más capas de las que se pueden contar y taladran el pecho de los espectadores. Son las figuras ricas en matices, motivaciones e inseguridades las que aportan a Tres anuncios en las afueras mucha, pero que MUCHA, emoción.

Tres anuncios en las afueras.

Frances McDormand es Mildred Hayes, madre desolada, en Tres anuncios en las afueras.

La cinta puede ser sutil en ciertos puntos, lo que quizá desoriente a los que no conectan con una historia si no suenan violines de fondo (más de una y uno); pero se destensa con bloques más simpáticos, por los que Will Gompertz la ha llamado “comedia negra”. Y también sabe permitirse ciertos caprichos, como las melodías de western, en situaciones críticas que, además de impactar, componen una estilosa lírica con gran mimo tanto por su contenido per se como por lo que suponen para los personajes que McDonagh ha ido esculpiendo.

Aquí hace agua Los archivos del Pentágono. Y no toda la culpa es suya. Volviendo a lo dicho, esta es una película de ritmo impoluto. Nadie maneja la acción y la pausa para conseguir una obra comercial y apetecible como Steven Spielberg. El film es prácticamente un ‘Spotlight’ dirigido con la pasión, el frenetismo y la mirada idealista del Aaron Sorkin de ‘The Newsroom’, plagado de conversaciones a todo correr por pasillos atestados de redactores.

El gran problema lo han traído más bien ciertos medios especializados, que se han marcado algún que otro triple con respecto al trasfondo de la película. Según ellos, Los archivos del Pentágono recupera, ensalza y hace justicia al riquísimo y crucial personaje de Katherine Graham. Y ni lo uno, ni lo otro. Esta figura relevante en los acontecimientos reales, encarnada por Meryl Streep, apenas tiene un conflicto interno en toda la cinta, y termina haciendo lo que le dice el personaje de Tom Hanks, verdadero protagonista de esta historia (que no de la Historia), diga lo que diga la crítica. Así que eso es Los archivos…, un relato cómodo y superficial, con el que –eso sí– zambullirse como pocas veces en la siempre cuidada narración de Spielberg. ¿Pero excelente? Ni de coña. Es entretenimiento puro y duro, una impecable ejecución de los cánones del cine palomitero americano. Como para no; fue él quien los estableció.

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