Deberías dejar de apreciarme.
Deberías dejar de estar ahí siempre que lo necesito.
Deberías dejar de ser mi amigo.
Deberías dejar de vivir conmigo.
Poseo una enfermedad terrible.
Poseo el designio de la conquista,
El deseo de habitar en los corazones ajenos.
Poseo un veneno que no debería pertenecernos.
Te veo como la manzana que se me prohíbe una y otra vez.
Y me veo seducido por tal prohibición
Y observo en los límites el desafío.
Podría matarte si cometo un error.
Podrías matarme si descubres el interior de mis entrañas.
Podría caerse el mismo infierno si saco a la luz mi oscuridad.
Podría desatarse la naturaleza de nuestra relación y revolverse en tempestades.
Podríamos llegar a nuestra destrucción.
Podría morir nuestra pueril historia, si descubres la verdad.
Deberías dejar de verme como un caballero de intenciones lúdicas.
Deberías enmudecer tus instintos cuando estamos cerca.
Deberías vestirte, irte, alejarte…
Deberías borrar el rastro de mis besos y tapar las marcas de mis dientes.
Olvida que alguna vez fuimos los juguetes favoritos del otro.
Olvida mi cinismo y mi teoría del placer y nuestra libertad.
Olvida que una vez te enseñé a ser rebelde y a disfrutar.
Olvida que te enseñé a comerte el mundo.
Olvida, en otras palabras, mi rumbo.
Te preguntarás si tiene cura.
La respuesta se encuentra en la virtud perniciosa de la mesura.
Te preguntarás por qué ahora.
Solo podré contestarte: ¿Por qué no antes?
Soy un desastre en cuerpo y alma
Cuando aparecí en tu vida casi rompí tu calma.
Desordené tu cama.
Nos volvimos dos polos opuestos que se enfrentaron al deber, a la obligación,
las normas.
Bebimos y fumamos sin espacios ni comas.
Creamos un mundo platónico de atracciones resueltas.
De miedos compartidos.
No cuidamos como la más sincera de las amistades
Y te engaño como el más íntimo enemigo.
Deberías poner distancia.
Deberías tener cuidado cuando abres tu vida a un desconocido.
Deberías reconocer al mismo diablo cuando lo tienes delante.
Deberías organizar tu alcoba o tu mente.
Yo debería alejarme.
Debería cuidarme y cuidarte.
Debería decirte que sufro la enfermedad del libertinaje.
Del anarquismo emocional.
De aquello que siempre estará mal.
Debería decirte que es contagiosa.
Debería decirte que quizá es tarde.
Debería hacer algo al respecto y cambiar tu destino.
Debería…
Quemaré mis palabras al concluir.
Mi conciencia es una mancha desleída que al materializarse sobre el papel,
desaparece.
Si me equivoco, erraré en silencio.
<<Nada sucede si no se habla de ello>>.
Nunca sabrás que no deberías haberme conocido.
Tampoco que yo debería haberte advertido que te has amistado lealmente de
un abismo semejante a la muerte.
Deberíamos optar por cumplir, por hacer lo correcto, pero si para algo están
los secretos, es para unir a las personas.