Este verano, entre fotitos de pies en la playa, en el campo o de cócteles por Malasaña y Lavapiés, ha habido, por primera vez, un huequito para las series de estreno.
Normalmente en verano los seriéfilos se encontraban divididos entre aquellos que se ponían al día con los capítulos que habían dejado atrás durante el año y los que se lamentaban por el fin de Juego de Tronos o Penny Dreadful.
Pero este año ha sido diferente gracias al fenómeno Stranger Things. Esta serie creada específicamente para Netflix por los hermanos Duffer ha conseguido triunfar este verano. Su estreno el 17 de julio fue un brote verde en medio del erial veraniego que ha despertado, casi de forma unánime, entusiastas alabanzas en redes sociales.
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— Cristina Pedroche (@CristiPedroche) 26 de agosto de 2016
Los domingos son para estar en casa. Bien de #pizza y bien de #strangerthings #pizzalover… https://t.co/RE5W8gP4wf
— LORENA CASTELL (@lorenacastell) 28 de agosto de 2016
Pero, ¿Qué tiene esta serie para haber cosechado semejante éxito? Después de verla (devorarla, más bien), creo que éstas son algunas de ellas:
Netflix, sin estar en tensión una semana
Una de las ventajas de esta plataforma, casi una recién llegada a nuestro país, es que muchas de las series son lanzadas con temporadas completas, sin necesidad de esperar una semana al estreno del siguiente capítulo. En el caso de Stranger things, sus únicos 8 capítulos no nos habrían tenido muchas semanas en vilo, pero se agradece el poder administrarte los capítulos.
Capítulos dinámicos
Si hay algo que he valorado es que, dentro de los 50 minutos que suelen tener los capítulos de las series actuales, no estaban, en el caso de Stranger things, los diez primeros minutos de “En el anterior capítulo de…” que suelen desesperar. A esto hay que añadir que cada capítulo está pensado para estar cargado de contenido y que no flaqueen unos frente a otros, como sí ocurre, por ejemplo, en el caso de Juego de Tronos.
Los bienamados años ’80
Incluso para los que nacimos en los primeros ’90, la década anterior nos resulta verdaderamente atractiva en muchos sentidos. Un cine a la vez cutre y maravilloso (si no fijaos en los efectos de Excalibur) con grandes sagas como Star Wars o Indiana Jones, la llegada del anime (Dragon Ball, Mazinger Z,…) o la llegada de aparatos tecnológicos al alcance de todos (el Walkman, los walkie-talkies, los teléfonos en forma de tomate) y los primeros videojuegos que hoy incluso nos siguen encantando (Pac Man, Super Mario Bros., Donkey Kong,…). Ingredientes que nos hacen pensar que todo era felicidad por entonces. Es precisamente en este contexto en el que se desarrolla la serie, ya que, además, se vista por tres niños de 11 años de un pequeño pueblo de Indiana.
Lucas, Will y Dustin jugando a Dragones y mazmorras
Un pueblo en el que nunca pasa nada
Los Goonies, Cuenta conmigo (Stand by me),… Son muchos los ejemplos en los años ’80 donde las historias se desarrollan en pueblecitos del profundo Estados Unidos en los que, aparentemente, nunca pasa nada. En el caso de Stranger Things, todo ocurre en el pueblecito ficticio de Hawkins, en Indiana. Al ser escenarios reducidos, podemos ver a los clásicos personajes y lugares estereotipados: la tienda de comestibles (donde trabaja Joyce, la madre de Will), la oficina del sehriff donde “las mañanas son de café y contemplación” o el instituto donde los freakys forman el Club de Audiovisuales y los chicos del equipo de fútbol ligan con las chicas en las taquillas.
Los constantes guiños al cine de la época
Es probablemente una de las características más comentadas de la serie. Como hemos dicho, los ’80 fueron tan prolíficos en un cine fantástico que a día de hoy es de culto, que para sus creadores resultó muy tentador hacer guiños al E.T. de Spielberg, a Star Wars, a Alien, o Los Goonies. En ocasiones son, incluso, demasiado evidentes,
Similitudes entre Cuenta conmigo (Stand by me, 1986) y Stranger things (2016)
La profunda personalidad de cada personaje
En una serie en la que interactúan tantos personajes, cada uno de ellos tiene una historia y un carácter muy marcado, incluso los secundarios que aparecen en pocas secuencias (como el padre de Will). La serie va desarrollando cada una de sus historias personales para comprender a cada uno de ellos, como ocurre claramente en el caso del sheriff Hooper y la muerte de su hija Susan.
Nada es lo que parece
Todos los que hemos visto la serie completa nos hemos quedado alucinados con que Nancy se quede con el estúpido de Steve Harrington (no nos engaña con ese jersey de renos) y no con Jonathan Byers (de momento), o con que Once no se quede con la familia de Mike. Éramos muchos los que nos esperábamos que en el octavo capítulo todo quedara, dentro de que es un final abierto, atado y bien atado. Pero al revés, nos ha dejado con un verdadero ataque de ansiedad de cara a lo que pueda venir..
Steve (Joe Keery) y Nancy (Natalia Dyer)
En 2017 volvemos a Hawkins
Hace pocos días Netflix ha confirmado que en 2017 continuarán las aventuras de Mike, Will, Dustin y Lucas con una perspectiva “mucho más oscura”. ¿Dejará Will de escupir larvas del Demogorgon? ¿Dejarán en paz a Once? ¿Terminará Joyce con Hooper? Mordiéndonos las uñas, estamos…