Era una noche desapacible, las ramas de los árboles se mecían al viento produciendo lúgubres sonido, a lo lejos un lobo aullaba al viento, Gabriel, antaño siervo de los cielos, se encontraba de cacería, ¿su presa?, el gran lobo negro, una bestia de una envergadura descomunal.
Al llegar al centro del bosque, se da cuenta de que algo o alguien lo observa, sin movimientos bruscos saca una flecha de su carcaj y tensa lentamente el arco, preparado para devolver cualquier ataque, súbitamente de la maleza sale la bestia, el gran lobo negro, dientes afilados como espadas y garras que podrían partir a un caballo en dos de un solo golpe. Con los reflejos innatos en el, Gabriel disparo la primera flecha la cual impacto en una de las garras del animal, pero en vez de ralentizarlo, la bestia parecía que el dolor le daba un impulso a su instinto asesino, antes de poder poner otra flecha en el arco, la bestia se abalanzo sobre él, el brazo, ensangrentado por las astillas del arco roto, alcanzo la daga que llevaba a la espalda y mientras con el brazo derecho intentaba apartar las fauces del Gran Lobo de su cuello, alzo la daga y con todas sus fuerzas la clavó en el cuello de la Bestia hasta la empuñadura, esto la hizo retroceder con un gruñido sobrecogedor preparada para la ultima embestida, Gabriel, incorporándose rápidamente empuño la espada y se preparo para el ataque sabiendo que este combate se decidiría en un solo golpe.
Bestia y hombre se observan, la bestia gruñe, el hombre controla su respiración agitada, los dos trazan un circulo mientras esperan a que el otro de el primer paso. De repente, la bestia se abalanza presta a arrancar la vida de hombre y este, con un rápido movimiento esquiva el golpe y asesta un mandoble con todas las fueras que sus brazos le permiten hacia el cuello del animal.
En tierra yace el Gran Lobo Negro, bestia legendaria que ningún mortal hasta ahora pudo matar, el héroe, al ver cumplida su misión y habiendo probado su valía, se encamina hacia el campamento de su ejército, para poder pedir la mano de Rin, la guerrera indomable, una mujer bella y a la vez mortal, la única mujer que le quitaba el sueño y por la que había aceptado derrotar a tan aterradora bestia. Llego al campamento al alba, los centinelas le dieron paso al ver quién era, con gran fatiga Gabriel regreso para pedir la mano de la Guerrera Indomable , al acercarse a su tienda, ella estaba poniendo a punto su equipo para la batalla, cuando vio que Gabriel se acercaba ella dejo su labor y fue a su encuentro, antes de llegar a su altura, vio que algo pasaba, en seguida sus temores se revelaron, el guerrero se desvaneció y con gran estrépito de su armadura cayó al suelo, Rin, sin saber que hacer se dirigió rauda al lugar donde yacía , al acercarse y tocarle el pecho, se dio cuenta de que respiraba, pero de forma débil, rápidamente insto a dos soldados que llevaran con cuidado al futuro rey a su pabellón.
Habían pasados tres angustiosas horas donde los médicos y boticarios del campamento, habían trabajado sin descanso para curar las heridas y las magulladuras del cuerpo del héroe, pero lo que necesitaba el rey era descanso, ya que había recorrido el camino que a los hombres más fuertes les llevaría una semana, en menos de 3 días.
Cuando el último de los médicos salió del pabellón del rey, Rin, entro sin hacer ruido, cogió un paño húmedo y se lo colocó en la frente al herido “¿porque se ha enfrentado a la muerte por mi capricho? ¿Porque debería atarme a este hombre?” se preguntaba Rin, pero mientras se hacia estas preguntas algo en su interior cambio y sentimientos antes desconocidos para ella florecieron en su corazón.
Cuando se disponía a salir del pabellón del rey, un susurro le dijo “Ahora tendrás que casarte conmigo, aunque sigo sin ser digno de ti, he cumplido mi promesa.” Al ver el rostro de Gabriel convaleciente y débil pero con una determinación inmortal en la mirada, ella tomo su decisión:
“Si, me casare contigo y seré tu Reina”