Aún intentando recuperarnos del episodio de anoche, serán muchos los medios que publiquen su análisis sobre el episodio 348, Buscando, y que en redes pudo seguirse con #CuéntameKarlos.
Desde el inicio de la serie, aquel 13 de septiembre de 2001 en que TVE se planteó si era una buena idea estrenar una serie con las Torres Gemelas aún echando humo, Ricardo Gómez ha interpretado al protagonista, Carlos Alcántara (y no, no es casualidad la imagen final con el World Trade Center aún en pie el 11 de septiembre de 1988). Su personaje, que arrancó con 8 años y a punto de hacer la comunión, era en su yo futuro Carlos Hipólito, narrador de la serie.
Un final perfecto para una historia tan preciosa como la de #Karlina…Como ya escribieron los guionistas de ‘Cuéntame’…”Por suerte, el amor es el arquitecto del universo” ❤❤ #CuentameKarlos pic.twitter.com/dv9TWIwwUS
— Cuéntame cómo pasó (@cuentametve) 29 de noviembre de 2018
¿Puede entonces seguir una serie sin su protagonista? ¿O sería más correcto decir co-protagonista? Es fácil que para cada uno de nosotros el (o la) protagonista de la serie haya ido cambiando.
Si bien la Historia de España se arrastraba bajo los pies de los protagonistas más jóvenes (Carlos y sus hermanos, Karina, Josete, Luis…), poco o nada se entiende del presente sin el pasado. Por eso, nunca he ocultado que para mí el de Antonio Alcántara en la piel del gran Imanol Arias ha sido siempre mi verdadero protagonista.
Con miradas continuas al pasado, especialmente a su infancia y la traumática Guerra Civil que le arrebató a su padre ferroviario y a su hermano, el de Antonio es un caso de cómo una generación es españoles golpeados por la tragedia supo adaptarse de una república a una dictadura, y de una dictadura a una democracia monárquica. Con todos los cambios sociales (y morales) que ello implicó y donde lo importante era sobrevivir, salir adelante.
17 años dan para mucho, y no he podido evitar sentir también predilección por un Toni tímido y a la vez galán que se encontraba, casualmente, en el foco de la noticia cuando Portugal clamaba democracia en 1974, cuando Franco daba su último suspiro o cuando las balas de Tejero atravesaban el techo del Congreso. Estas últimas temporadas, las secuencias de Toni conviviendo con Deborah no podían provocarme otra cosa que no fuese una sonrisa cómplice.
Herminia, que tanto me recuerda a mi abuela (aunque ella sería más bien de la quinta de Mercedes), nos ha conseguido robar el corazón durante las últimas temporadas con sus herminiadas y con sus constantes recuerdos de un pasado atormentado en el que los recuerdos pesan demasiado.
Por mucho que crezca, para Herminia su nieto siempre será Carlitos Carlos sorprende a su abuela yendo a visitarla a misa. Aunque ha intentado despedirse de ella… No ha sido capaz https://t.co/PV5pKY5dMW #CuéntameKarlos pic.twitter.com/LTCUPmatlx
— La 1 (@La1_tve) 29 de noviembre de 2018
Pero llega la gran pregunta, ¿puede (o debe) entonces seguir Cuéntame cómo pasó sin Carlos Alcántara? Por el momento no sabemos si el adiós de Ricardo Gómez es definitivo o volverá fugazmente para cerrar la serie cuando TVE y Grupo Ganga así lo decidan. En estos momentos los actores se encuentran leyendo los guiones de la próxima temporada.
El de ayer fue un final emotivo al ritmo de Eres tú, y hasta cierto punto bien cerrado. No se puede negar la maestría del fundido de voz entre Ricardo Gómez y Carlos Hipólito con esas primeras palabras que dieron el pistoletazo de salida en 2001: “Dicen que 1968 fue un año revolucionario…”. Pero mientras dejamos a ‘Karlina’ en Nueva York enfrentando el ‘sueño americano’ tan recurrente por parte de Reagan en aquellos años, la vida del resto de personajes se quedan en el aire.
El fallecimiento de Herminia, el envejecimiento de Merche y Antonio y, sobre todo, ver a Carlos Hipólito dando vida (y no sólo voz) a un Carlos Alcántara adulto, son acontecimientos necesarios para cerrar un círculo que comenzó a dibujarse en nuestras vidas aquella noche del 13 de septiembre de 2001. Y que, estoy seguro, la familia Alcántara conseguirá hacer mientras las lágrimas surcan nuestras mejillas.