Uruguay es lo que el salmón a un sándwich: entre panes, poco visible a la vista pero de fuerte sabor. Una vez lo detectas no pasa inadvertido. Pero sobre todo, rema a contracorriente, aunque en este caso en las aguas frías del Atlántico Sur.
La marca país se viene fraguando a nuestro conocimiento por varios fenómenos: la poesía de Benedetti, la música de Gardel y Drexler, el fútbol de Forlán, Suárez, o Godín, el mate, Mujica y la legalización de la marihuana, entre otros.
Sin embargo, Uruguay constituye lo que ahora pudiera parecer un imposible, una utopía. Un gobierno de coalición de izquierdas que va a culminar el tercer mandato a finales de este año. El país se encuentra en la cúspide de la campaña electoral que decidirá o bien un cuarto mandato del Frente Amplio (FA) o un gobierno de derechas alineado con los gigantes vecinos: la Argentina, por ahora de Macri, y el Brasil de Bolsonaro. O lo que es lo mismo, el neoliberalismo imperante de mano de la nueva derecha en Sudamérica, excepto en Bolivia, Venezuela, con sus matices propios de otro análisis, y Uruguay.
El FA es una coalición de varios y diversos partidos e ideologías del amplio – valga la redundancia- espectro de la izquierda. Se funda en 1971, como fuerza política de izquierda unificada por el militar y político Líber Seregni.
Su creación supuso el fin del bipartidismo tradicional desde los años 70, aunque entre el impase de la dictadura y otros elementos coyunturales, no fue hasta 2004 que ganará la presidencia por primera vez. Desde entonces ha completado, prácticamente, tres periodos de gobierno consecutivos de 5 años cada uno. Tabaré-Mujica-Tabaré.
Los gobiernos del FA han marcado hitos en la nueva agenda de derechos, particularmente considerando el contexto geográfico en el que se encuentra y el avance de esta agenda en América Latina. Se legalizó el aborto, se legalizó el matrimonio homosexual y se legalizó la marihuana, promoviendo el control estatal de la producción, el auto cultivo y la venta en farmacias. Otras reformas estructurales fueron la implantación del sistema de salud público inclusivo a toda la población ( recuperando lo público de lo privado), implantación del IRPF, la normalización administrativa de las empleadas domésticas y, sí, las empresas de sectores estratégicos, siguen siendo públicas.
Además estos gobiernos dejan una solvente herencia de reducción de la pobreza estructural ante una inversión a medio plazo de políticas sociales y buen devenir económico con la culminación de acuerdos comerciales a dos bandas: una proyección atlántica en el marco Mercosur – UE, y una proyección asiática – pacífica con China como principal socio comercial, especialmente relevante esta vertiente para los terratenientes exportadores de soja y carne.
Los ataques de la derecha al gobierno del FA, en política exterior se concentran en la posición del gobierno actual respecto a Venezuela. Entre la llegada masiva de inmigrantes venezolanos al paisito, y el posicionamiento del Grupo de Lima respecto a Venezuela, el canciller Nin Novoa se ha posicionado firmemente rechazando el uso de la fuerza para derrocar al presidente Maduro.
A nivel interno ha proliferado como patrimonio de la derecha el discurso de la inseguridad ciudadana. Pobrefobia o propaganda anti políticas sociales y mano dura al delincuente rapiñero: arresto ciudadano, cámaras de seguridad en la vía pública y cárceles superpobladas con cero perspectiva de rehabilitación. Se le atribuye al FA la mala gestión de la empresa publica ANCAP con un déficit de 800 millones de dólares y el escándalo por mal uso de la tarjeta corporativa del que fuera (ahora ex) vicepresidente de Tabaré.
En la contienda electoral se distinguen tres derechas en la oposición que por orden de popularidad son: el Partido Nacional conservador, cercano al agro, católico de tradición pero actualmente con presencia del lobby evangélico; el Partido Colorado de tono neoliberal cuya campaña se centra en el desprecio hacia América Latina; y Cabildo Abierto, la ya de moda ultra derecha, dirigido por un militar abiertamente simpatizante de Bolsonaro, con quien ha mantenido contacto desde que este asumió la presidencia de Brasil. Aparte de la Presidencia, la campaña también se define para el Parlamento, bicameral. La Cámara de Senadores de representación nacional, es de circunscripción única escrutado en base a la proporción de votos, y la Cámara de Representantes de circunscripción departamental.
El FA presenta a Daniel Martínez, ingeniero, socialista, candidato de perfil bajo ganador de las primarias con distancia de los otros candidatos, defensor de la herencia recibida, ecología por bandera y ciclista urbano tiene un 55% de aprobación según los índices de imagen.
El Partido Nacional está liderado por Luis Lacalle Pou, abogado, hijo del ex presidente, senador y de la diputada por el mismo partido, tiene un 47% de aprobación según índices de imagen. Usuario de lo privado a título personal y en sintonía con su proyecto político: barrios privado, universidades privada, salud privada, privatización de empresas públicas, reducción del gasto público.
Estos dos candidatos se enfrentaron en un debate de presidenciables televisado, el primero después de 25 años. Martínez acusó al contrincante de estar mal informado sobre las políticas públicas actuales mientas que Lacalle atacó la situación del país ante la sucesiva de gobiernos del FA. Martínez relató en gran medida su programa electoral con propuestas ante un Lacalle con actitud presidencial y fuerte discursivamente, pero menos propositivo.
Ernesto Talvi es el candidato del Partido Colorado, candidato que emergió en pocos meses y ganó las internas del partido, economía por bandera y como reclamo de campaña: Ciudadanos.
Guido Manini Ríos fundó Cabildo Abierto hace pocos meses trasformando su destitución como Comandante en Jefe del ejército, ordenada por Tabaré, en el inicio de su carrera política, dando cabida a la ultra derecha en Uruguay. Actualmente este candidato está siendo investigado por la fiscalía por un delito de omisión, que más allá de la inocencia o culpabilidad, el candidato de un partido nuevo, es el cuarto en contienda y diariamente es mencionado en los principales medios.
El sistema electoral de elección del Presidente de la República consta de una primera vuelta y de no haber mayoría absoluta de ningún candidato se recurre a una segunda vuelta o balotaje. El voto es obligatorio y a lista cerrada. Según las últimas encuestas de agosto, el FA encabeza la intención de voto a la primera vuelta con un 39% seguido del Partido Nacional con un 26%, seguido del Partido Colorado con un 18% y por último Cabildo Abierto con un 8% de intención de voto.
Otra encuesta más reciente ha medido la evolución de la intención de voto resultando un descenso de Martínez, Lacalle y Talvi, y un aumento en Manini Ríos de 1,7 puntos porcentuales, lo que podría suponer 4 senadores y 9 diputados, crecida principalmente en el sector socioeconómico de población más bajo. Martínez es el candidato con más apoyo en los mayores de 60 años y Talvi y Martínez empatan entre los menores de 29.
Ante la falta de ley de financiación de partidos políticos, lo que resta de campaña electoral no es previsible. Un comportamiento histórico que podría adivinar un cuarto gobierno del FA es que en el balotaje, el voto de las derechas no necesariamente se unifica por completo y por tanto la suma al no ser en bloque es incierta. También se estima que una vía de ganar el balotaje es posicionarse por encima del 40% de los votos en la primera vuelta, posición de la que el presidenciable Martínez parece haberse alejado.
Por otro lado, el balotaje permite un marco de actuación de las alianzas flexible y determinante para mover al electorado. Partido Nacional y Partido Colorado – y por ahora descartado Cabildo Abierto- han mencionado en las últimas semanas la posibilidad de un gobierno de coalición. Históricamente ambas formaciones han compartido esta fórmula mediante la participación de unos en el ejecutivo de los otros. Este plan no necesariamente supone la movilización de los votantes intra partidos en el balotaje, puede haber un llamamiento a ello, o no.
La cita electoral es el 27 de octubre 2019, para la primera vuelta presidencial, los 99 miembros de la Cámara de Representantes y 30 miembros de la Cámara de Senadores del periodo 2020-2025. De haber balotaje, la fecha definitiva presidencial será el 24 de noviembre.
Un país de 3.450.000 de habitantes, define mucho más que un presidente. Queda por ver si el salmón va al oso, o sigue su cauce.