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Los disturbios de Stonewall y tú4 minutos de lectura

Piedras, palos y brilli-brilli

por David Cardeñosa
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A la memoria de Samuel Luiz Muñiz, asesinado en A Coruña el 3 de julio de 2021 por su orientación sexual

Stonewall Inn, Nueva York, 28 de junio de 1969, 1:20 de la madrugada: Cuatro policías de paisano y dos oficiales en uniforme anuncian su presencia a gritos. Las redadas en el bar gay por excelencia de Nueva York eran algo habitual. Por lo normal, los agentes se limitaban a identificar el sexo biológico de las personas allí reunidas, sin embargo, esta noche, un grupo de personas vestidas con ropas femeninas se negó a ser identificado. Mientras, los refuerzos que previamente habían pedido desde el teléfono del propio bar iban entrando, decomisando las bebidas alcohólicas y deliberando qué conducta seguir con este grupo rebelde: Se les separaría en el almacén del bar. El resto, sería echado del bar y puesto en libertad.

En otras ocasiones, el miedo podía, y aquellos que eran puestos en libertad se dispersaban rápidamente. Sin embargo, esta noche era especial y tampoco sucedió: no solo la multitud fuera del bar no se marchó, sino que aumentó a medida que la noche iba avanzando y se corría la voz por los locales aledaños al Stonewall Inn. Comenzaron las detenciones y los primeros fueron los trabajadores y trabajadoras del bar. Una de ellas, intentó zafarse de los policías y fue agredida con las porras de los agentes. Ante las quejas de la muchedumbre congregada frente al Stonewall, los agentes derribaron a varios de los más alborotadores. Y el caos se desató.

Primero volaron las latas de cerveza, luego cualquier tipo de basura encontrada en las papeleras, luego las propias papeleras y, por último, una pila de ladrillos sustraída de una obra cercana. La primera descarga la efectuaron los más parias: Homosexuales sin techo, chaperos y personas trans. La furia de lo desclasado, de los más marginados, de los desheredados. De lo queer, que incluso llegaron a arrancar un parquímetro para usarlo de ariete contra la puerta del Stonewall, en cuyo interior se habían refugiado los efectivos de la policía, conscientes de su inferioridad numérica. Ante un asedio que comenzaba a contar heridos por ambos bandos (aunque siempre es uno de los bandos quien más bajas tiene) los antidisturbios de la policía de Nueva York se presentaron para liberar a sus compañeros. Ante su formación de falange, los maricas les bailaron el cancán. Como respuesta, los antidisturbios cargaron contra las personas trans, principalmente, y una batalla a campo abierto se desató en todo el barrio de Greenwich Village.

Los ataques y contraataques de unos sobre otros finalizaron sobre las 4:00 de la madrugada, cuando un denso silencio se instaló en el destrozado barrio, la policía se retiró tras constatar la destrucción del Stonewall y los manifestantes hicieron lo propio. Muchos, sin hogar, se concentraron en el cercano Christopher Park. A la mañana siguiente, varios periódicos neoyorkinos se hicieron eco de la noticia y en las ruinas del Stonewall aparecieron grafitis: un gran “Support gay power” de color rosa en toda la fachada, junto a un cartel puesto por los trabajadores del bar. “We are open”. Varios periódicos atacaron a la comunidad gay por lo sucedido, exigiendo el cierre del Stonewall como The Village Voice. Incluso periodistas gays reconocidos criticaron la acción violenta de su colectivo usando términos despectivos. El resultado fue la escalada de la violencia durante otras cuatro noches, en las que los agentes llegaron a intervenir con gas lacrimógeno ante la amenaza de los manifestantes de quemar la sede del periódico.

Llegado el aniversario de la batalla, el 28 de junio de 1970, la primera marcha del Orgullo recorrió Central Park, habiendo partido desde Stonewall Inn. En 1971, las manifestaciones anuales del Orgullo ya se encontraban en todas las grandes ciudades de los Estados Unidos y para 1972 se habían sumado Australia y el resto del mundo anglosajón, así como buena parte de las grandes ciudades de Europa Occidental. Los sucesos de Stonewall se habían convertido en un punto de inflexión para el colectivo, tanto simbólico como real, sirviendo como catalizador de la rabia de las personas despreciadas y el pistoletazo de salida de la comunidad en su búsqueda de la igualdad.

Según datos del Ministerio de Interior de España¹, los delitos de odio contra la comunidad LGTBIQ+ se han incrementado en España un 68,23% entre 2019 y 20211 siendo los más numerosos, solo por debajo de ataques racistas o xenófobos. Muy seguramente azuzados por el discurso de odio de aquellos que han quedado en el pasado, que cuentan con una nutrida representación parlamentaria y por sus voceros en los medios de comunicación, que han llegado a poner en tela de juicio la motivación de un asesinato que se perpetró al grito de “maricón”. Queda aún mucho por avanzar (y por luchar).

Sabes, los chicos allí estaban tan guapos, habían perdido esa mirada herida que todos los maricas tenían hace diez años.

Allen Ginsberg, poeta y testigo de los sucesos de Stonewall Inn².

¹ Informe sobre la evolución de los delitos de odio en España 2021, Ministerio del Interior.

² Teal, Donn (1971). The Gay Militants, St. Martin's Press.

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