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Plantar cara5 minutos de lectura

por Jorge Osma
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­­­­­­­­Hace unos días el Presidente Zapatero acudía a Herrera en la onda de COPE para valorar el adelanto electoral, los acuerdos para conformar Sumar o la labor del Gobierno de coalición en estos (casi) cuatro años. Podría haber sido una entrevista más de tantas que se vienen sucediendo en los grandes medios casi sin interrupción desde principios de año con motivo del 28M primero y del 23J después, pero lo cierto es que la reivindicación que hizo de su labor para acabar con ETA terminó por convertirse en un fenómeno viral en redes sociales y también en el resto de medios de comunicación.

Y es que si por algo sorprendió la reacción del tranquilo exmandatario leonés fue porque, por primera vez en mucho tiempo, una cara visible del PSOE terminaba por plantar cara, enfado mediante, al constante bombardeo de ataques y, en muchos casos, mentiras de los grandes medios de comunicación. Medios que, con las tintas cargadas desde el resultado de las elecciones de 2019, han visto en el 23J la excusa definitiva para asestar el golpe de gracia a Pedro Sánchez y su gobierno.

No es ningún secreto que, como único partido de la izquierda con opciones (y experiencia) de conformar un ejecutivo en Moncloa, el PSOE ha mantenido siempre una exagerada actitud de mesura en sus apariciones mediáticas, cargando sobre sí el pesado sobrenombre de «partido de Estado» y como contrapeso a la crispación política de la ultraderecha y los sectores más populistas del principal partido de la oposición.

Bien por esa mesura o bien por no comprarle los marcos discursivos a la derecha política del PP y Vox, el resultado han sido cuatro años de legislatura en que cada mínima debilidad ha sido ampliamente aprovechada por matinales, programas de debate y, por supuesto, informativos para conformar una fina lluvia que de manera constante ha ido permeando en la sociedad. Que estas informaciones fueran verdad o no, ha pasado a un plano secundario.

De hecho, los datos oficiales corroboran que muchos de los temas que se han logrado colocar en la agenda política y mediática son fruto de esta estrategia, como es el tema de la okupación. En 2022, último del que se tienen datos oficiales, la cifra de ocupaciones de viviendas cayó por primera vez en cinco años: 16.726 denuncias frente a las 17.274 de 2021, o lo que es lo mismo, este fenómeno afecta al 0,06% del parque de inmuebles españoles. Algo que no tiene visos de incrementarse con la nueva Ley de Vivienda, ya que en absolutamente ninguno de sus artículos se favorece este fenómeno.

Este mismo prisma se aplica al «apoyo del Gobierno a ETA». Que Bildu ha apoyado numerosas medidas del Gobierno de coalición (Ley de Vivienda, incremento de las pensiones, los PGE o la reforma laboral) es un dato objetivo. Que la coalición abertzale está formada por muchos partidos que jamás apoyaron el terrorismo etarra como Eusko Alkartasuna o Aralar y que precisamente lo que se le pedía a ETA era dejar de matar e integrarse en la vida democrática, también.

Los espectadores han terminado por normalizar las tribunas políticas de presentadores aparentemente neutrales como Vicente Vallés en Antena 3 Noticias o Ana Rosa Quintana en su programa matinal.

A esto se une la proliferación cada vez más notoria de espacios políticos donde antes había entretenimiento, siendo el ejemplo más notorio el de El Hormiguero. El espacio conducido por Pablo Motos donde antes era habitual ver los intentos de Will Smith por hablar castellano o los experimentos de Marron, ha ido cediendo cada vez más minutos de su extenso programa a la tertulia política donde personajes como el polémico escritor Juan del Val o Tamara Falcó han conseguido colocar en las cenas de los españoles cada noche sus dardos contra el Gobierno, además de las preguntas sobre política de Motos a los invitados.

Un caldo de cultivo perfecto para que durante toda una legislatura Pedro Sánchez haya optado por dejar vacíos los sillones que le han ido ofreciendo Susanna Griso, Carlos Alsina o los propios Ana Rosa Quintana y Pablo Motos.

Hoy, en junio de 2023, con una derecha mediática oligopolista y a las puertas de unas elecciones en que la izquierda se lo juega todo a una carta, la estrategia debe ser otra. Con una gestión de crisis permanente, unos más que razonables datos económicos y un abultado desarrollo legislativo a sus espaldas, el PSOE debe escuchar la voz de una ciudadanía progresista que se muestra huérfana de un partido mayoritario que enseñe los dientes para sacarles de la abstención en que se instalaron en las últimas elecciones. Y en esto, como en tantas otras cosas, Zapatero ha marcado la ruta a seguir.

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