Además de la tensión y los continuos reproches de los debates parlamentarios, el largo proceso de investidura que estamos viviendo en España nos está dejando muchos momentos históricos, como puede ser el hecho de que por primera vez se produce el fracaso de la investidura de un candidato. También ha dejado imágenes como el bebé de Bescansa o el famoso beso entre Pablo Iglesias y el portavoz de En Comú-Podem, Xavier Domenech, ante la atenta –y sorprendida- mirada de Luis Guindos. Pero con lo que me quedo es con la actuación de los diferentes responsables políticos e institucionales. Si en mi última columna de opinión hablaba del papel del Rey, hoy me quiero detener en Alberto Garzón.
La verdad, nunca me había caído bien. Pero este proceso ha cambiado absolutamente mi opinión sobre él, y por lo que vemos en las encuestas, no soy el único. Sin ir más lejos, la última encuesta de Celeste-Tel para El Diario otorga a IU casi un 1% respecto de los resultados obtenidos el 20D y entre 1 y 3 diputados más. Y como las encuestas suelen fallar, pues me dejo guiar por eso que llaman “la voz de la calle”, en la que cada vez son más los que reniegan de su voto a Podemos y se muestran proclives a dar su confianza a la opción que defiende el Diputado malagueño, cuya viabilidad política la ha puesto en duda la opción de Podemos y cuya viabilidad económica también está en duda a causa de los resultados electorales obtenidos.
Encuesta de Celeste-Tel para El Diario (7/3/2016)
Pese a promover la misma solución que Pablo Iglesias, en estos días, Garzón ha demostrado ser el único que ha trabajado por un gobierno progresista sin anteponer sus intereses estratégicos, como se pudo demostrar en su papel de mediador para sentar a Podemos, UP, Compromis y PSOE en la misma mesa. Este papel de mediador, sin embargo, no le ha impedido criticar y replicar el argumento del PSOE, consistente en que hay que elegir entre Rajoy y Rivera, entre que siga gobernando el PP y la necesidad de “tragarse” a Ciudadanos en un hipotético acuerdo por el cambio, como escenificó en una intervención de réplica a Pedro Sanchez, que ha sido ampliamente difundida y aplaudida en las redes sociales y entre gran parte del electorado progresista a la izquierda del PSOE. Mientras que escuchamos el “Felipe González tiene las manos manchadas de cal viva” y otros artificios de Iglesias, Garzón ofreció un sólido discurso que abogó por aprovechar los mimbres existentes para un gobierno de izquierdas, pidiendo al PSOE que dejase de lado a Ciudadanos.
Por todo esto, y teniendo en cuenta la mala gestión postelectoral que está haciendo Podemos, el electorado de izquierdas que no está dispuesto a volver al PSOE ha encontrado en Alberto Garzón una opción difícilmente rechazable en las hipotéticas (aunque quizás inevitables) elecciones generales de junio. Sólo algo lo impediría: la unión electoral de Podemos e IU para presentarse conjuntamente a los comicios. Visto lo visto, si antes del 20 D parecía que era que Podemos quién le hacía el favor a IU de darse una coalición entre ambos, en la actualidad es IU quién contribuiría a frenar el desencanto que aflora en los votantes de Podemos, cuyo nivel de tolerancia ante las apariciones y propuestas de sus dirigentes, y sobre todo ante las formas en que las plantean, cada día es más pequeño. Todo esto, teniendo en cuenta que la hipotética unión de IU y Podemos podría otorgar el famoso sorpasso al PSOE, que muchos dirigentes de Podemos tienen en su cabeza como objetivo necesario.
La pelota está en el tejado de IU y Garzón. La histórica coalición debe decidir si sigue perseverando en la oferta de coalición con Podemos que ha fracasado ya en varias ocasiones (Podemos la ha rechazado y ha pedido a Alberto Garzón que se presente por sus listas) o si decide concurrir en solitario, aprovechando el tirón de su líder y el desastre postelectoral que está siendo su directo competidor. Conseguir devolver a IU a una posición mucho más digna de la que tiene hoy actualmente es hoy posible. En sus manos pues, está aprovechar el encanto de Alberto para lograrlo.