El pasado domingo 10 de enero tuvo lugar la gala de entrega de los Globos de Oro. La chica danesa, cuyo argumento gira en torno a la vida de Lili Elbe, primera mujer transexual que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo en 1931, había sido nominada a tres categorías: mejor banda sonora, mejor actriz y mejor actor, por la representación del papel protagonista llevada a cabo por Eddie Redmayner, de quien llegó a decirse que podría alcanzar no sólo este premio sino también el Oscar. No obstante, la ceremonia terminó sin que la película alcanzara el Globo en ninguna de sus nominaciones. Quizá el argumento no resultó agradable al jurado. Quizá…
El filme, que se estrenará este viernes en España, llega a nuestras pantallas no exento de polémica. Colectivos de personas trans han denunciado que sea un hombre cisexual -el antónimo de transexual- quien desempeñe el papel de la primera persona transexual reasignada, pues debiera ser una mujer trans la que interpretase el personaje de Lili Elbe a través de sus propias vivencias. Tras escuchar diferentes alegatos no dejo de hacerme una pregunta: ¿no es una característica fundamental del arte dramático la capacidad para desempeñar papeles alejados de experiencia personal del actor que los representa?
Bien es cierto que la actuación implica necesariamente la asunción de la parte ficcional que conlleva la encarnación de un personaje por parte de un actor, pero también es preciso recordar la importancia de visibilizar la realidad trans adecuadamente cuando se lleva a escena como argumento. Así, para alcanzar la máxima destreza en cuanto al arte dramático y a la visibilización, quizá sería lo lógico que personas cis y personas trans intercambiaran siempre sus papeles, para que los representantes, sea cual fuere su identidad de género, tuvieran la necesidad de aprehender las vivencias opuestas a las propias y demostrasen así su capacidad en cuanto a la técnica actoral sin olvidar la evidencia: una persona transexual es totalmente capaz de llevar a escena cualquier papel, sea cual sea el género de éste, del mismo modo en que una persona cis puede representar, y así se acostumbra hacer, a un personaje trans.
Así sucede en La ley del deseo, maravillosa película que 1987 dirigida por Pedro Almodóvar en que encontramos a la cis Carmen Maura representando a una mujer trans, mientras la trans Bibiana Fernández realiza una breve aparición con un personaje de mujer cis. Quizá desde el activismo sea necesario, y bastante urgente, desarrollar una Ética de la representación en cuanto a la Diversidad Sexual y de Género, que señale las formas adecuadas de llevar a la escena los personajes de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Manos a la obra y, ante la duda, Almodóvar.
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[…] Publicado en Radio Paralela el 14 de enero de 2016. […]