El “odiado y querido” famoso día de San Valentín, no es ni de lejos una creación del gigante comercial El Corte Inglés. Su historia de remonta a la antigua Roma y a la celebración de la extinguida fiesta pagana dedicada a la fertilidad, llamada Lupercalia. Siglos más tarde sería la propia Iglesia Católica la que prohibiría estas practicas e impondría a San Valentín como el patrón de los enamorados.
En España es una fiesta que ha ido adquiriendo fuerza en los últimos años y no solo con la compra de regalos, sino con las numerosas alternativas para disfrutarla.
Los primeros que buscaron una alternativa fueron los solteros, o singles, como esta de moda decir ahora, que comenzaron a protagonizar un movimiento en contra del romanticismo y del día de los enamorados. Actualmente no es tanto el rechazo que los ‘no enamorados’ puedan tener a este día, como las alternativas ‘amorosas’ que buscan: amor a tu familia, a tu mascota, a tu mejor amigo, a tu trabajo…
Y digo más, en pleno siglo XXI, esta fiesta constituye una excusa para que cualquier comercio, servicio, programa de televisión , etc. busque su particular manera de atraer a los públicos receptivos con el catorce de febrero. Menús para enamorados de la vida vegana, promociones para los apasionados del cine, descuentos para mimar tu cuerpo con diferentes tratamientos y así un sin fin de alternativas. Y visto con perspectiva, seamos defensores o detractores de esta celebración, tengamos o no un amor al que felicitar, lo cierto es que podemos sacar un claro partido a estas oportunidades.
Cuidarse y quererse son las dos únicas responsabilidades que deberían estar en nuestra pirámide de necesidades si decidimos celebrar de algún modo este día. No nos olvidemos de nosotros mismos, condición necesaria para poder dar ‘amor’ a los demás. Tengamos presente a los hombres y mujeres que han sufrido y siguen sufriendo por amor, a los padres que no ven a sus hijos y a los miles de desplazados que no ven a sus familias. Para ellos este no es un día para celebrar pero puede servirles de ‘esperanza’ para seguir luchando por reencontrarse con los suyos y como decían en aquella famosa película ‘amar y ser correspondido’.