A veces confundimos tener memoria con tener rencor. Y conviene no confundirlo. Lo primero lleva a la honra de los que cayeron injustamente y al aprendizaje de los errores para que estos no vuelvan a suceder en el futuro. El segundo lleva al odio y a cometer errores del pasado que se pagarán en el futuro. Por eso conviene tener memoria, memoria de todo y de todos, y para todos.
España es un país con una Historia convulsa, es probable que la más convulsa y violenta de toda Europa. Y esto es mucho decir, pero me temo que así es. Y ha sido así porque probablemente ha faltado memoria y ha sobrado rencor. De ahí la importancia de saber diferenciarlo.
Por eso me sorprende que muchos de los que se llenan la boca desde hace años con la memoria histórica de aquellos que fueron masacrados, amenazados, exiliados o encarcelados durante la repugnante etapa franquista estén aplaudiendo esta semana que salga de la cárcel Arnaldo Otegi. Bueno, en realidad no me sorprende, pero sí me alarma que así sea. Me alarma que los que aún hoy señalan con el dedo a los nietos de algún franquista que pasaba por allí se tomen la licencia de no tener ninguna memoria con las vidas que directa o indirectamente secuestró, amenazó o se llevó por delante este tipo. Y me alarma porque cuando alguien sustituye las bombas y las pistolas por las urnas y la libertad, como hizo Franco y como hizo ETA, la memoria debe ser exactamente la misma en los dos casos. La memoria de que nunca puede volver a suceder y la memoria, para su honra en lo sucesivo, de los que perdieron sus vidas, a sus familiares y a su libertad por ese camino a ninguna parte.
No olvidemos lo que pasó durante las cuatro décadas de Franco: las miles de muertes en una guerra que acabó en una etapa oscura de dictadura, de muerte, de represión, de exilios, de odio y de un atraso monumental que aún hoy estamos pagando.
No olvidemos tampoco lo que pasó durante el más de medio siglo de ETA, en el que participó “el demócrata” que ahora sale de la cárcel, no olvidemos los concejales que se llevaron por delante, las fuerzas de seguridad que se jugaron sus vidas por los demás, la amenaza constante sobre la mitad de una sociedad que tenía limitada su libertad por las pistolas.
Nuestra memoria debe ser la misma para el que cogió una pistola para llevarse por delante a García Lorca que el que la cogió para llevarse por delante a Miguel Ángel Blanco. Nuestra memoria debe ser la misma para el que obligó a muchos a dejar Madrid en los años 40 que para el que hizo lo mismo con los que vivían en Bilbao en los 80.
Si no tenemos la misma memoria para todo y para todos entraremos irremediablemente en el terreno del rencor. Y creo que de rencor ya ha tenido suficiente España.
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(Salamanca, 1991) es Politólogo y Máster en Estudios de la Unión Europea por la Universidad de Salamanca. Actualmente es Concejal en el Ayuntamiento de Hervás (Cáceres).[/author_info] [/author]