Desde que empezó a interesarme la política, hace ya tiempo, me apasionó la Unión Europea. Primero, por lo que suponía de avances en libertad, en todas las vertientes en las que esta pueda imaginarse. Y segundo, no por ello menos importante, por su alto contenido histórico. Esto es, si alguien me pidiera que definiera la Unión Europea con una palabra, dudaría entre las dos más maravillosas que tiene a su alcance el ser humano: libertad y paz.
La libertad de poder moverme, cuando y como quiera, sin darle explicaciones a nadie, de Sevilla a Berlín. La libertad de poder comprar un producto a una empresa belga sin que nadie me obligue a pagar más por ello. La libertad de poder pensar lo que me de la gana sin hacerle daño a nadie encuentre donde me encuentre. La libertad de poder cambiar a mis gobernantes y legisladores si no me satisfacen.
Y paz. Con mayúsculas. Antes de este proyecto común Europa vivía en una guerra constante, con la Segunda Guerra Mundial como guinda del pastel. Guerras de religión, guerras entre dinastías, guerras por territorios, guerras por recursos… Acabaría antes diciendo aquello por lo que no hubo guerras. La Unión Europea ha provocado, como actor protagonista, la mejor y más duradera etapa de paz de la Historia de Europa. Estamos hablando de miles de años. Estamos viviendo en una minúscula excepción a la regla, que en Europa es la guerra. Si un ser humano viviera 800 en lugar de 80 años no dudaría ni por un segundo de la Unión Europea.
Y este es, en resumen, el problema. No entendemos el momento histórico en el que estamos actualmente. No valoramos que se ha construido una institución muy valiosa, con sus defectos como es lógico y evidente, pero que ha ayudado de forma determinante e indiscutible a que en Europa se viva hoy mucho mejor de lo que vivieron cualquiera de nuestros antepasados. Si no cuidamos como algo extremadamente delicado y también extremadamente valioso este regalo que nos hemos hecho, si ignoramos sus virtudes hasta el silencio absoluto pero criminalizamos sus defectos hasta el absurdo nos situaremos en una situación en riesgo de cambiar la Unión por la división. Y todos sabemos lo que pasa cuando Europa se divide.