Jueves, 18 de junio de 2015. Tras la salida de los Consellers que Unió Democrática de Catalunya (UDC) tenía en el Gobierno de Artur Mas; el Coordinador General de Convergència Democrática de Catalunya (CDC), Josep Rull, daba el bombazo: “El proyecto político de CiU ha acabado”.
Así respondía CDC a la última acción de UDC. Así acababan meses de desencuentros entre los dos partidos que han construido la federación casi hegemónica en los gobiernos catalanes. Así acababan 37 años del verdadero matrimonio del sistema político catalán.
Más allá de las razones que han llevado a la ruptura de la federación que componían CDC y UDC, conocidas de sobra por todos y todas, merece detenerse en las consecuencias que para el socio minoritario de la federación tiene la ruptura.
Apenas una semana después de la ruptura, El Periódico de Cataluña publicaba la encuesta llevada a cabo por el GESOP (el CIS catalán). Esta encuesta era la primera en la que se presentaban por separado a los entrevistados las opciones de CDC y UDC. El resultado de la misma daba a una lista integrada por CDC entre 33 y 35 escaños, mientras que daba a la lista integrada por UDC de 6 a 7 escaños. En la actualidad, dentro de CiU, a CDC le corresponden 37 escaños, por los 13 de UDC. Es decir, que si hacemos el juego (no apto para politólogos puristas) de comparar los porcentajes que escaños que antes y después de la ruptura tenía cada partido, nos encontramos con que la separación favorece más a CDC que a UDC, ya que, de estar unidos, CDC aportaría el 85% de los escaños, mientras que en la actualidad aporta el 74% de los miembros del Grupo Parlamentario de CiU.
¿Qué puede hacer Unió para revertir estos resultados? En primer lugar, la oferta electoral de Unió debe ser clara. Somos conservadores, somos catalanes pero queremos seguir siendo españoles, o por lo menos, sostener que esto de formar parte de España no está tan mal. Unió debe comprender que hay dos tipos de votantes a los que les puede arañar votos, los votantes del PP Catalán que se sienten tan catalanes como españoles y por otro lado, aquellos votantes moderados de CiU que tienen serias dudas sobre si votar a CDC, porque ven que Artur Mas está demasiado dispuesto a hacer lo que haga falta para conseguir la independencia de Cataluña. Y esto hay que hacerlo sin inventarse frentes contra natura, como el que propuso al PSC e ICV Durán la semana pasada.
En segundo lugar, hay que valorar quién debe ser el candidato. Quizás sea una buena opción retornar a Duran i Lleida, candidato conocido de sobra en Cataluña y que los hipotéticos votantes de Unió verían con los mejores ojos. Opciones como las de Joana Ortega, exvicepresidenta de la Generalitat (que además se retira de la primera línea) o el exconseller de Interior Ramón Espadaler, no simbolizarían tan bien el diferente discurso con el que Unió pretende presentarse, ya que han sido partícipes de actos tales como la convocatoria de la consulta ilegal del 9N o la Declaración de Soberanía de 2013, ya que se sentaban en el Consejo de Gobierno de Artur Mas. Además, se quitaría elegantemente de en medio como Portavoz del Grupo Parlamentario Catalán en el Congreso, donde su presencia causa incomodidad a los diputados de CDC.
Y por último, pero no menos importante, Unió tiene que volver a sentirse un partido en sí mismo y no una parte de algo que ya no existe. Debe superar la tendencia a dejarse llevar por todo lo que hace y dice CDC. Si es que existe una cierta actitud de dejadez, atribuida a 37 años de tener un hermano mayor que siempre está ahí, desde luego debe desaparecer. Los cuadros de Unió deben pelear sólo y únicamente para su partido, algo que hace casi 40 años que no ocurría y que por tanto, muchos de ellos seguramente no sepan lo que significa.
Aún cumpliendo con todas estas premisas, nada asegura que Unió pueda tener un resultado digno el 27-S, el cual le permita la continuación de su proyecto político propio. Sólo con un resultado respetable, Unió podrá convencer a sus críticos internos de que la ruptura de la federación era no sólo la mejor opción, sino la única que se podía llevar a cabo. Alea Iacta Est.